sábado, 20 de junio de 2009

Diarios de Viaje: Sierra de Gata II

2/5/09
Nos zampamos un desayuno continental en el hotel.


Migas con huevo frito y panceta, zumo de naranja, colacao o café y tostadas con paté ibérico, muy sabroso. Me gustaría tener tres estómagos más para poder comer más.


Decidimos dar un paseo por el pueblo y hacer la visita obligada a la Oficina de Turismo, donde nos informan a velocidad supersónica de los lugares que no deberíamos perdernos.

La chica hablaba tan rápido que cuando terminó de mover la boca, aún pudimos escuchar dos o tres frases más, que se habían quedado atrás por el desfase.


Poco después, una ancianita que barría la calle nos dijo que si mirábamos bien, podíamos ver unas caras que la gente tallaba en las vigas de los voladizos, que según la de la Oficina de Turismo, eran de origen celta. El pueblo estaba lleno de esas caras, unas mejor conservadas, otras menos, pero todas eran para espantar a los malos espíritus o algo así. Exploramos algunos rincones de verdadero ensueño. Es increíble cómo se funden la naturaleza con las construcciones del hombre en este lugar.
Indiana Moy

Por todas partes se olía esa autenticidad que nos ha enamorado del lugar.


A las 12 empezamos el camino hacia el picadero. Vimos un montón de rabúos, tarabillas, oropéndolas y hasta algunos cucos, que dicen que son difíciles de ver.

A las 12:30 llegamos al picadero San Miguel, que está en dirección a Eljas, donde nos encontramos con el dueño del hotel y a su hermano esperándonos.


Nos recibieron con un trato muy cercano, y la hora (larga) de paseo a caballo por las hermosas faldas de Gata sólo nos costó 12 euros.
De vuelta a las dos del mediodía, nos enseñaron los caballos en los establos,
(algunas rarezas como un caballo albino y un potrillo de mostrenco español)


Un caballo albino


y nos invitan a una tapa mientras charlamos con ellos. Nos recomiendan la ruta de la calzada romana que sale de San Martín.


De vuelta, nos paramos a observar un milano real (Milvus milvus) que estaba siendo atacado primero por un jilguero (Carduelis carduelis) y luego también por un rabilargo (Cyanopica cyanus)

Mientras les afotábamos como locos, un coche se detiene a nuestro lado. Un lugareño nos pregunta a qué le estábamos echando fotos y nos recomienda pasear por las servidumbres de paso de la zona para ver más milanos.En nuestro camino de vuelta nos acompañan abejarucos descarados (Merops apiaster),


una pareja de alcaudones comunes (Lanius senator)


y montones de tarabillas (Saxicola torquata)


Al llegar a San Martín, entramos en "Os Arcus", en la plaza del pueblo, porque en "El Boiga" (que tiene muy buena pinta y nos había guiado una lavandera calle abajo) hay que reservar.


Para la próxima. En "Os Arcus" nos sirven en el patio de atrás, a la sombra de una parra. Ensaladilla rusa, pastel de carne, solomillo de cerdo y ternera, asados a la leña.

El vino servido en jarra, del propio pueblo, nos achispó la comida y nos ayudó a dormir en la siesta.
De postre, paseteles caseros.


Frase memorable de la camarera: "Hoy en día, se habla mucho mejor en mi pueblo que en Valladolid"

Muestra de a fala:
el cartel de emergencia del hotel

San Martín de Trevejo, al igual que Eljas y Valverde, es conocido por ser uno de "Os tres lugaris", donde se habla una de "as falas", un dialecto propio, diferente en cada uno de los tres pueblos, que a veces es bastante difícil de desentrañar y que viene de los antiguos repobladores del lugar en tiempos de la reconquista. De ahí, la frase memorable. Yo sólo la dejo caer...


Por la tarde, otro paseo por el pueblo, del que no nos cansamos de descubrir nuevos rincones con encanto, persiguiendo golondrinas, (Hirundo rustica) jilgueros, colirrojos tizones (
Phoenicurus ochruros)y muchos más pájaros. No cenamos, con la comida hubo más que suficiente.

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