domingo, 30 de marzo de 2014

Cuaderno de campo. Turdus amaurocalinus.

Turdus amaurochalinus
Zorzal mandioca.

Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FaCEN) en la Universidad Nacional de Asunción. Paraguay.  

Otro de los Turdus que me rondaban en la placita de FaCEN la primera tarde de sol en el invierno de septiembre. Me encanta su nombre, porque le da un toque muy paraguayo. Recuerdo que una vez, cuando le preguntaron a mi amigo José si era de Paraguay, contestó con alegría "¡Soy más paraguayo que las mandiocas!". 

Este Turdus correteaba bajo los pindós, picoteando los frutos rojizos de esa palmera que le dejaron el pico manchado, como si se hubiera pintado los labios. También pude anillar algunos en San Rafael y en el curso de anillamiento de FaCEN.



jueves, 27 de marzo de 2014

Cuaderno de campo. Tropidurus sp.

Tropidurus sp.
Lagarto trepador
 A más de 100m de altura, este Tropidurus nos miraba desde un tronco suspendido sobre las cataratas, en al P. N. de Yguazú, Misiones, Argentina.

viernes, 21 de marzo de 2014

Cuaderno de campo. Turdus leucomelas

Turdus leucomelas,
Zorzal de alas canelas.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FaCEN) en la Universidad Nacional de Asunción. Paraguay.

Este es uno de los primeros pájaros que se me pusieron a tiro, una tarde en la que empezaba a paraguayizarme con mis compañeros. Sentada con Paz en la placita de FaCEN, disfrutando del primer día de sol desde que había llegado al país, me dediqué a echarle fotos a este y a otros Turdus que correteaban por el jardín.

Luego, meses más tarde, en las redes de niebla del curso de anillamiento y en mis propias redes, cayeron algunos de esta especie y tuve la oportunidad de verlos más de cerca. 


viernes, 14 de marzo de 2014

Cuaderno de campo. Colaptes campestris

Colaptes campestris
Español: Carpintero campestre
Guaraní: Ypeku ñu



Yata'í, Reserva de San Rafael, Paraguay.

El más terrícola de todos los pájaros carpinteros, todas las tardes solía rondar por delante del hangar y las cabañas, entre las mandiocas recién plantadas. Suele verse en sabanas, campos cerrados, pastizales y áreas rurales. 

Este carpintero era muy descarado, y me encantaba verlo escarbando entre la tierra roja, en busca de lombrices o algún otro bicho que poder llevarse al pico a la hora del tereré. Yo salía despacio con la cámara, me escondía detrás de los coches y un remolque que teníamos tras el hangar, y trataba de capturarlo, pero era realmente difícil, porque siempre sabía dónde estaba yo, y cómo ponerse de manera que me diera el contraluz. Hasta que un día lo pillé desprevenido, a pesar de los dos teros (Tero tero) que montaban guardia en la pista de aterrizaje del ultraliviano. Otro día os contaré la historia de los Teros. O la del ultraliviano. O ambas. No sé.



lunes, 10 de marzo de 2014

Calma tensa

No suelo compartir cosas extremadamente personales aquí, pero hoy lo necesito. Así que recuerdo a los presentes que internet es absolutamente libre, y el lector también, y puede dejar de leer cuando quiera. 

 

Recuerden, que este es mi blog y me lo ***** cuando quiera.



Sólo pensar en hacerlo me hace sentir los brazos pesados, los párpados inflamados, la garganta seca. Pero quiero gritar, salir chillando. Necesito explotar, aunque luego tenga que ir a buscar mis pedazos.

Parece como si me encontrara embadurnada en masa de mandioca en medio de un recipiente, rodeada de esa pegajosa y espesa sustancia. Y que cuando por fin, tras muchos esfuerzos, consigo dejar de hundirme, saco un brazo, saco una pierna y domino las circunstancias... en ese momento, alguien hubiera preparado más masa, y la echara por encima de mí, cubriéndome por completo. Me ahogo. No entiendo por qué pasan las cosas. Qué papel juego yo en todo esto. Me asfixio. 

No sé qué puedo hacer. Los días pasan, pero no pasa nada. Y pasa todo, porque nada cambia. Y como nada cambia, parece que no puedo hacer nada. La calma tensa, la alerta permanente. Dormir con un ojo abierto, el oído atento. Los juegos de espías. El enigma constante. 

Dicen que no te ocurren nunca cosas que no puedes soportar. Los límites humanos son increíbles, dicen. Pero la realidad es que a veces las personas se rompen, se pierden. Tengo miedo de que me pueda ocurrir eso a mí. Imagino que cuando se empieza a agrietar uno por dentro, todo cae en cascada. Me aterra que eso pueda pasarle a alguien. No quiero ser una ruina que se cae a pedazos. No quiero ser el tronco arrastrado por la corriente. Llevo muchos años luchando, muchos kilómetros robados a la muerte como para caer ahora.



Miro a mi alrededor. Sólo figuras borrosas. Algunas un poco más nítidas. Se acercan, pero enseguida se vuelven a alejar. Extiendo los brazos, busco donde apoyarme, pero mis dedos se cierran en el vacío nebuloso. A veces tropiezan con algo. ¿Un asidero seguro? Siempre es temporal. Se transforma. Se resbala. Desaparece. No sé siquiera si estuvo ahí.

No sé qué busco. Todo transcurre tan rápido que los movimientos emborronan la acción; y sin embargo, todo parece congelado en cada instante.

Mi abuela decía que era bruja. Quizás tenía algo de razón. No sabía lo que había escrito hasta que ha encajado con la realidad:
[...] Un ardid del destino,
ahogarnos en las grises aguas
antes de llegar a la mar.
Heris, terrible, cruel madre del caos,
¡arrójanos a tus nubladas llamas
para no ver el profundo, negro abismo
que mañana nos ha de absorber!
¡Un trueno malherido
desgarra mi aliento
y mata mi entraña…
en la fresca mañana
cuando la duda eterna del no ser
y un futuro terror
empañan mis ojos.[...seguir leyendo]


Me hundo en mi puré de mandioca. Si abro la boca para pedir auxilio, o tan sólo para respirar, se me llena de masa y me asfixia. No puedo respirar. 

Quiero salir.


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